LA OPERACION TOMPA BAY
El fichaje de Tom Brady Rob Gronkowski por los Tampa Bay Buccaneers es una fabulosa operación de marketing que esconde otros intereses mas lejanos como el Hall of Fame.
En una pretemporada marcada por el Coronavirus, como todo en el planeta, una de las operaciones que más líneas ha dado fue el fichaje de Tom Brady por los Tampa Bay Buccaneers ¿Qué interés puede tener el futuro miembro del Hall of Fame en incorporarse a una franquicia con una historia tan fútil como la de Tampa? Se ha escrito y hablado de toda clase de intereses, desde querer demostrar que es más que un producto del sistema Belichick a simplemente cobrar un dinero que New England en ningún caso se lo iba a dar, aunque tampoco esto suene del todo creíble cuando no parece que Tom Brady pase demasiados apuros económicos.
También llamaba la atención que se incorpora a un equipo entrenado por Bruce Arians, un entrenador que si algo ha caracterizado su carrera es su ya manido “No risk no biscuit”. Los QB con los que ha trabajado Bruce Arians, Ben Roethlisberger, Andrew Luck, Carson Palmer y más recientemente Jameis Winston suelen tener un claro patrón: gran brazo, reciben un enorme castigo físico por lo que tardan en desarrollarse sus jugadas y toman muchísimos riesgos en sus pases, algo que no casa con Tom Brady, que nunca ha tenido un brazo enorme, que nunca ha llevado demasiado bien que lo peguen y que ha hecho de la seguridad y precisión en la ejecución de sus pases su modus vivendi.
Para añadir más morbo a la cuestión Tom Brady viene de jugar su peor temporada en mucho tiempo. A pesar de que sus números no son malos, tampoco son nada buenos teniendo en cuenta sus estándares habituales, salvo el número de yardas, más de 4.000 yardas, y el número de pases intentados, 613, sus números han sido cuando menos impropios de un QB elite, sino más bien de la zona media, saneados pero nada especiales. Los “Bradylievers” han achacado ese descenso a la falta de talento ofensivo, algo que resulta especialmente contradictorio cuando lo elevaban a los altares cuando a su alrededor jugaba con una banda de receptores que recibió el apelativo de “The Brady Bunch”: David Givens, David Patten, Troy Brown, Jabbar Gaffney y Deion Branch, unos auténticos don nadies que rendían muy por encima de su status. Especialmente significativo fue el caso de Deion Branch, que tras ser nombrado MVP de la Super Bowl XXXIX se las apañó para firmar el contrato de su vida con los Seattle Seahawks que hartos de su falta de producción se lo acabaron devolviendo a los New England Patriots.
Tampa Bay además tenía una importante decisión que tomar ¿Qué hacer con Jameis Winston? Quitando a Ryan Fitzpatrick, que lo mismo es Fitzmagic que Fitztragic, o como dice mi buen amigo Mariano Tovar“Fitzpaquete”,no hay QB más bipolar que Jameis Winston, capaz de lanzar para más de 5000 yardas y más de 30 TD, pero igualmente capaz de lanzar 30 intercepciones. Nadie duda del talento de Jameis Winston, algunos sí que hay de todo en la viña del Señor, pero mientras sus errores no minimicen sus aciertos está condenado a ser un pistolero alocado en la NFL. Tampa Bay decidió prescindir del que fuera su primera elección en el draft de 2015 siguiendo su ya honda tradición de que ningún QB le ha durado nunca más de 5 temporadas en plantilla, algo que tampoco parece que lo lograra con el veterano Tom Brady.
Tras intentar hasta última hora quedarse en New England, se dice que el propio Tom Brady se fue hasta la casa de Robert Kraft para derogar por su continuidad, el QB tampoco se encontró con un mercado muy grande en un año donde nunca hubo tanto QB en el mercado como este extraño 2020. Sus mejores opciones pasaban por dos equipos, Los Ángeles Chargers y los Tampa Bay Buccaneers, a pesar de haber sonado en Tennessee o Dallas. Tampa le ofrecía el dinero y número de años que demandaba y que Bill Belichick le negaba, el fichaje fue rápido y debido al confinamiento no hubo ni presentación ni rueda de prensa, un simple anuncio de Tom Bradyfirmando su contrato desde su domicilio.
Y corrieron ríos de tinta, y horas y horas de la ESPN y FOX Sports, y minutos y minutos de podcasts, horas y horas hablando sobre qué se podía esperar exactamente con la incorporación de Tom Brady a los Bucs, que en cuestión de horas pasaron de la más absoluta irrelevancia a ser portada nacional. En muchos medios reputados analistas y expertos colocaban a Tampa Bay en la Super Bowl, que además se jugará en Tampa. Allí están las hemerotecas para recordárnoslo, un equipo que tenía una plantilla para navegar por aguas de las 8-9 victorias era de repente contendiente, obviando entre otras cuestiones que Tom Brady viene de jugar un año muy por debajo de sus estándares por no mencionar que comparten división con el mejor equipo de la NFC sobre el papel como son los New Orleans Saints, sin olvidarnos tampoco de los siempre inquietantes Atlanta Falcons. Tom Bradyno estaba acostumbrado a ese nivel de competencia en la que fue su división, la AFC East.
Al poco de confirmarse el fichaje de Tom Brady llegaba la segunda bomba, el TE Rob Gronkowski anunciaba que salía del retiro. Que Rob Gronkowski anunciara su regreso no era tan sorprendente como el hecho de que era imposible que pudiera incorporarse a los New England Patriots, equipo que simplemente carecía del espacio salarial para encajar el contrato. Los New England Patriots no tenían más opciones que cortar al TE o buscar un socios a donde traspasarlo, donde por “casualidad” estaba Tampa Bay de nuevo ¿Pero a que nadie se cree que esto fuera casualidad? Todos sabemos que esto fue una maniobra urdida por el propio Tom Brady con la aquiescencia de Bruce Arians, o más bien este último como buen soldado perfectamente cuadrado le dice a su nuevo jefe “¡ Señor, sí señor!”
Hay que reconocer en toda esta operación una cosa, es la operación de marketing mejor orquestada en mucho tiempo en la NFL. Tampoco podía ser casualidad que Tampa Bay fuera a cambiar los uniformas mas horrorosos de la liga y regresaban a los mismos de sus años de gloria bajo la batuta de Tom Dungy y el beneficiario de su legado, Jon Gruden. Ya puestos yo hubiera regresado a los más antiguos, los blancos y naranjas con Bucco Bruce en el casco, pero aquello pertenece a la negra historia de la franquicia más perdedora de la NFL, que a fecha de hoy lo sigue siendo. La venta de camisetas en Tampa no ha ido tan bien desde que estuvieran Warren Sapp o Derrick Brooks en el equipo, es más, sino fuera porque en Míami se han vuelto locos con la compra de camisetas de Tua Tagovailoa, todas las versiones de las camisetas de Tom Brady y Rob Gronkowski serían las más vendidas (del siguiente jugador no sabemos ni tan siquiera si ha vendido alguna camiseta).
Para rizar el rizo Tampa ha conseguido lo impensable, van a aparecer hasta en cinco partidos en horarios prime time, un record absoluta de la franquicia. Han pasado del uno obligatorio que tenían por jugar un Thursday Night a ser un habitual del Sunday Night y Monday Night, y podrían ser más si usan el calendario flexible. Por no decir que también aparecerán en varios partidos a nivel nacional en los turnos del domingo tarde. Desde los tiempos de Warren Sapp, Derrick Brooks, Ronde Barber y John Lynch no se han visto en otra igual en el centro de Florida.
Tampoco en Tampa ha habido tanta demanda de entradas como en 2020, lo que no deja de ser contradictorio cuando es más que probable que los únicos espectadores que acudan al Raymond James Stadium sean los encargados de disparar los cohetes del navío que ocupa uno de los fondos
¿Y qué pintan o más bien ganan Tom Brady y Rob Gronkowski en toda esta operación? Yo tengo mi propia teoría, ambos se han ido a Tampa Bay a jubilarse, tomar el sol, disfrutar de sus playas y buen tiempo, jugar al golf y retirarse juntos para ir juntos de la mano al Hall of Fame. Y no se les une Julian Edelman porque no lo han traspasado de momento, pero sobre todo no tiene los números para ser un miembro del Hall of Fame. Aunque vaya usted a saber, con lo barato que se ha puesto últimamente el Hall of Fame lo mismo los tres deciden retirarse al unísono y esperan entrar juntos la llamada al unísono, aunque lo dicho, si Julian Edelman entra no tendría ningún inconveniente en que le abran la puerta a Donovan McNabb e incluso a Tim Tebow, ya puestos.
¿Sobre si Tampa Bay va a estar en la Super Bowl o no? Para empezar debería entrar en la post temporada en una salvaje NFC South y en una mas que brutal NFC, no en la plácida AFC, aunque ahora no tan plácida con la aparición de los Kansas City Chiefs. Aquí como decimos cuando hablamos de bilbaínos, “O estamos a setas o estamos a Rolex”, Y mirad, a mi me parece una fabulosa campaña de marketing y merchandising, aunque los aficionados de Tampa Bay se creen que la llegada de Tom Brady les traerá un aura y respetabilidad parecida al que dejó en New England, pero que deportivamente no hay absolutamente nada detrás.